Foster Wallace
Su espinazo fue la carretera
por donde se amontonó
a toda velocidad el gusano.
Manejaba una Harley Fatboy,
la de Terminator,
me contaron.
Tan veloz como un disparo
se estrelló entre sus ojos,
sacándolos de la calavera,
que aún reía.
Mientras explotaba por los aires,
olía a sangre y bencina,
a goma quemada y aceite.
No pudimos salvarlo del fuego.
El Tecate Gusano
pasó la reseca lengua
por su cuerpo.
Tomo un taxi, y se alejó
maldiciendo a todos en su camino.
Golpe por golpe
Vivo detrás
de una escuela de pacos.
Se la pasan marchando y cantando.
Cuánta ideología puede haber
en un canto marcial!?
No alcanzo a escuchar las letras,
pero me suena a que planean
otro golpe de estado.
O simplemente otro golpe
en el ojo de algún tipo
con mala suerte.
Por eso mientras cantan
yo levanto pesas
y digiero proteínas,
Y acumulo una grosera rabia
hacia ciertas ideas.
Y mantengo la bala pasada,
y en mi mente marcho y canto.
Y preparo un golpe.
Nadie dice
“No estés tan triste”:
dicen todos.
Pero nadie dice:
“¿Vamos a besarnos?”
La casa de Thoreau
La casa de Walden es política.
Una casa primitiva hecha de materiales sólidos,
y sin ornamentos.
No tiene cielo raso, su esqueleto es visible.
Sus huesos-vigas están desnudas.
Es profunda como una caverna,
hace falta una antorcha para ver el techo.
Una sola y vasta pieza sirve de cocina,
de dormitorio y comedor.
Una gran chimenea calienta al pasajero
que siempre es bienvenido.
Un estofado se cocina al fuego todo el tiempo.
El horno adoba el pan que perfuma toda la casa.
Colgados en una clavija, todos los objetos
son útiles y visibles para quienes habitan
la casa de Thoreau.
Algunos viven cerca del fuego,
otros junto al marco de la ventana.
Otros en las sillas; o bien al fondo de la sala.
Todos duermen, comen y conversan
y se asean a su tiempo.
Un rey, una bruja, y un paisano conviven allí
con toda candidez.
Es una “Abadía de Thelema”,
un antimonasterio
en donde la vida de los monjes
no se rige por leyes,
ni reglas, ni espantos.
Solo el placer y la voluntad
son llamados a decidir
entre un sí o un no.
Radio Birdman
Como un forajido huyendo hacia México,
en un Camaro SS del 68 descapotable
escuchando Radio Birdman a todo volumen.
La cara negra sangrante,
luego de arrancar algunas de las cientos de máscaras
que con los años he acumulado.
Me hago inescrutable, insondable, ininteligible.
Mi rostro sufre incontables prolapsos
que dejan cicatrices, cráteres y llagas inmundas.
Los ojos me ven pasar alucinados.
La revolución está a dos cuadras de aquí,
y voy a estrellarme contra ella.
Los 60s
Haber nacido a dos años del fin de los 60s
convirtió mi vida en un entuerto.
A saber,
haberme perdido la fiesta de los hippies,
haber llegado consciente
a todas las dictaduras latinoamericanas.
Haberme perdido la revolución.
Haber mamado del color amarillo
en todos sus matices.
Haber vivido a pesar de los muertos.
Haber sido cegado por el periodista mediocre
y comercializado por el economista mal parido.
Haberle temido a los milicos y a los pacos asesinos.
Haber soportado la culpa edípica
que provocaba la exuberancia materna
de María Pepa Nieto.
Haber envenado mi mente con “Sábados Gigantes”,
“Éxito”, “Cuánto vale el Show”, “El festival de la Una”
“El festival de Viña”, y otras extravagancias ochenteras.
Haber vivido una adolescencia insulsa e ignorante,
ignorante, desagradecida,
ignorante, aturdida,
ignorante, ignorante.
Hoy, la revolución no alcanza
ni para poema,
ni para estilo de vida.
Haber nacido quince años antes
y habría muerto en La Moneda.
Ahora solo doy tumbos.
Escribo poemas malos
y me hago el choro
con dos copas de más.
Cachando na
Tal vez el Haiku
sea la forma de alejarse
de la impostura y el orgullo.
Sin embargo son pocos los que
pueden descifrar el misterio
en 17 sílabas.
La mayoría de los poetas
sufren prolapsos verborreicos
y no manejan el arte
de la poda.
¿Y cómo podríamos culparlos?
Si nacemos,
como dice Bertoni: “cachando na”,
y nuestra vida entera
es una variación del mismo tema:
Cachar na.
Placer
Todo lo que me gusta
es ilegal,
o pesa sobre ello
el infierno y la exclusión
del rebaño.
Estos protocristianos
impotentes postmodernos
nunca supieron cómo divertirse.
Y no dejan que nadie se divierta.
Pero como lo sabemos
todos los inmoralistas del mundo,
es de la prohibición, del tabú
de la negación,
de donde surge el placer.
Tengo mi Raid
Tengo mi Raid
No te acerques
Pequeña mosca,
Culebra del bosque.
Tengo mi Raid
No te acerques
Hormiga trabajadora,
Mono productivo.
Tengo mi Raid
No te acerques
Tortuga arenera,
Elefante marino
Tengo mi Raid
No te acerques
Palote dietético,
Araña fitness
Voy rápido
No se demoren.
Para ustedes
Ya no hay tiempo.
Ahora tengo mi Raid
Y tendrán que lidiar
Con mi mal humor
Y mi inmejorable puntería.