El primer día al llegar a la casa de la hija, que lo cuidaría durante sus últimas enfermas horas, el viudo le regaló su gatita de dos años. La descendiente le dijo que en su casa la llamarían La Consentida y el progenitor le recordó que a la felina, de común acuerdo con su esposa, la habían apodado Paciencia.
Le cedieron el dormitorio del nieto mayor, desde el cual escuchaba a los infantes pedir cosas, el sonar de los platos cuando llegaba el yerno y el pestañear de la familiar que tanto se parecía a su amada. Fueron nueve semanas de medicamentos, conversaciones y miradas entre el padre y la hija.
El día en que en esa casa se comenzó a limpiar la pieza, abrir las ventanas para que entrara aire nuevo y juntar la ropa que se regala de los viejos que parten, la hija tomó a la hembra domesticada y la dejó en el antejardín para que tomara luz y calor. Paciencia ronroneó en los tobillos de la dueña de casa, serpenteó la cola y como lección aprendida, perramente levantó una de sus patas traseras y la apoyó en el primer árbol de la calle. Pero, sin dejar una sola gota de su orina concentrada y fuerte en olor, se alejó del lugar.
Al atardecer, a esa hora que aún se trabaja, antes que comenzara el pedido de cosas y el sonar de platos, – Mamá, ¿y la gata?, preguntaron los hijos y marido. Se fue, y se acabó la paciencia, respondió la mujer.
SIN TÍTULO IX
Aprendí de no sé quién, afirmó algo así: «una vez escrito, el texto es del que lee» y de esas lecturas se recrea una vez o más la historia, cuento, poema o «trabajó» del autor. Creo, lo anterior citado, depende del que labora el texto, porque hay escritores y escritores, poetas y poetas o dramaturgos y dramaturgos, etc. Otros y como ejemplo: si él o ella, terminaron el texto.
Pareciera que ciertos textos llegan a esa cita con debilidades en su hacer. Como algunos lectores «presionados por la velocidad» de este mundo, no entregan el tiempo necesario al «texto o a lo virtual».
Pero como estamos entre amigos, contaré. El día de ese cuento andaba con un amigo por avenida Matta con San Diego. Antiguo Santiago, hoy comercios de bicicletas, computadores, aparatos de sonidos y restaurantes para los trabajadores del sector. Barrio que cuenta con paseantes que gustan “económicas” comidas caseras.
Decía que caminaba en dirección Alameda en busca de un local donde reformatearan el computador ya merecedor de una buena actualización. En ese andar me llamó la atención un gato o micifú que salía de un cité del sector, tomé la libreta que no siempre cargo en el bolsillo y anoté “gata” y comenté a Gregorio: -Cuando llegue a casa, escribiré en las horas diarias dedicadas a la escritura un cuento con esa minina. Felino o felina que, como motor de partida, me llevó a remarcar las mujeres que caminaban en ese sector capitalino; mujeres cansadas por sus labores y rutinarias duras tareas caseras.
Así arribé al lugar de residencia y momento para escribir (resumen): Un viejo moribundo que no conocía, comenzó a expresar la necesidad de sugerir cambios a la hija y tomó ese derecho desde la primera línea. La gata se mostró orinando como lo hacen los perros y fue el animal el que decidió no dejar huellas para no regresar al lugar. No me niego a pensar que el viejo recibió la solidaridad de la felina «Paciencia», para cumplir su última enseñanza o recordar a la hija que ella podía o debía volar y cambiar su realidad.
El cuento “LA UTILIDAD DE CAMBIOS EN LA ESPECIE”, como afirmé, es de mi propiedad y encuentro que es un “pichintún afrancesado», por lo de la necesidad de cambios urgentes, esta vez para esa mujer.
Hoy, decidí comentar uno de mis cuentos a unas amigas y dejar de lado el tiempo que dedico a la tarea de escribir. Ahora me pregunto – ¿Cuál es la nota que recibe un escritor sin musa e inspiración? No sé, pero aprendí. Lector y escritor, estamos en una gran escuela. Y en este establecimiento abierto hay cuentos y cuentos de cuentos.
HAN INTENTADO QUE TRAGUE TANTO LÍQUIDO
No son pesadillas ni sueños.
Es miedo de cumplir un día,
treinta y tres años,
que esta envoltura se rompa
y no cuente como carga
sus aniversarios.
No deseo rima ni la enseñanza;
este es un país para todos.
Tampoco aceptar órdenes
de cooperar con pujar
y menos pestañear
frente a Carabineros de Chile.
Un vientre del otro lado
de la oscuridad musita
Mozart al enemigo.
Yo, ya soy mujer u hombre,
estiro las manos para sentir
el odio de mi mundo.
Pero viene ese dolor,
el cuerpo para amar
y la búsqueda de esa materia
que pondrá sus esperanzas en mí.
DEL LIBRO NOS AMAMOS
El beso y el libro. Son abrazos.
El primer beso, sabe si serán dos
o muchos más y tantos impresos,
que siempre existió un primer libro.
Más libros menos árboles. Ignoran,
más besos menos desamores.
Piquito a piquito,
hoja más hoja sus torrentes.
Los besos como los libros,
son abrazos, diálogos
con diferentes respuestas,
declaraciones de intereses
y antagónicas lecturas.
Hay abrazos, besos, libros,
palabras y muñecas líquidas,
encaminadas al fracaso.
OXÍGENO PARA POESÍA
Quiero ver ríos, ondinas y peces.
Nada de lagos sitiados ni cercas.
No me pasó por la cabeza
pescar en este mar ajeno.
Todo corre, el torrente, el agua.
Pasa el afluente y no es el mismo.
Todo aparece e intertextualidades.
Desaparece la metrópoli,
porque esta búsqueda invierte todo.
Entero nuevo, el sauce, las rocas,
fogatas, el sur pegado a la cordillera,
el arrayán de propiedad cicatrizante
y el caserío no me ve.
Tiro el hilo lejos, recojo, desenredo
en momentos, cambio de carrete,
no pienso, refuerzo la memoria,
bebo al paso del raudal, como pan,
escucho el viento, rimo y me siento
al horizonte de todas las angustias.
Me hago piedra y me pule el paisaje.
Cierro los ojos, quiero
atrapar sin dioses mi descanso.
ESCRITURARIO
Por el derecho a tener de musa
la galaxia Andrómeda. Porque
de todas maneras, nos tendrá,
caeremos a su elíptica atracción
y terminaremos como parte
del otro núcleo galáctico
o de ese abierto agujero negro.
Se puede ver a simple vista. Escribe;
nuestras estrellas se sumarán
a sus astros jóvenes y estos planetas,
al espiral mayor que la Vía Láctea.
Pese a la actual campaña
de insidia, maldad, que fue eso
esta derecha con uniformados
y el precio de las papas. Esta vez,
para acercarse al final del poema
y no perjudicar su carrera
en este espacio controlado,
el satélite artificial, pide perdón
a alguien, editores y compiladores.
CAMINATA POR AMASIA
Porque los zapatos
no son fragmentos, partículas
ni sujeto y tampoco concepto.
En su todo, en par,
son bellos objetos de inflexiones
para este cuerpo bípedo.
Tengo eso de querer los pies, con
algunos masajes, dos pedicuras,
mucho de cuidar y calzarlos.
Amo como me transportan,
su retromoción y representación.
Así, justifico esta aventura
de abrigo con suela y compra
de coloridos calcetines.
Hoy, recuerdo viejos mocasines,
las jóvenes zapatillas de gimnasia
y lustro, saco brillo, descanso,
rimo en invierno con botines.
Mis zapatos, uñas y dedos gordotes,
no tienen contenido. Repito, me
reposo por comodidad y protección.
En esta caminata, por la estatura
de seres, que se miden de pie a pie.
CUERPO EN ALERTA
Si por este ciruelo en flor,
podemos conocer a un amigo
y entender el universo.
En sus brotes, debemos
comprender las palabras
de Luis Emilio Recabarren,
Clotario Blest y las Letras
de Baldomero Lillo
y Alberto Romero.
Y al nombrar
estos cuatro grandes hombres,
distinguir la segregación de género
del capitalismo patriarcal.
VÍA PIANO BAR
Me libro del veneno,
no me desgasto.
El 50% es la mitad de todo.
Sin controladores,
con este instrumento
acústico de cuerdas,
muerdo la manzana.
Interpreto a lo largo de su pista,
compongo a saltos, recito más
de algo en el nácar y negro teclado.
Con los pedales, las palancas
a los pies, más allá de lo que ocurre
en el público, en la calle, en la lucha
de clases, abro posibilidades, añado
sutilezas, matices, hasta provocar,
creo, cambios en los tonos del país.
Con mis compañeros de clarinete,
saxo, flauta, violín, violonchelo
o tambores, todos anti dictadura,
aullamos, tocamos y jugamos.
Por ahí, en este trabajo, escribo;
luego vienen las diferencias
de barrios e ideológicas. Para mí,
los partidos políticos son urgencias.
HAY QUE PURO MORIRSE
escuché en la calle
y que sucede de solitos.
Nadie está solo en la vida,
son cosas de filósofos, becado
aspirante a poeta y de las piedras
que soportan los trenes.
Hay momentos con dolores,
nada queda pegado en el uno.
Todo es alguno y con universo.
No sabré yo,
ella está acompañada
y los hijos con sus crías.
El gato tiene su perro
y maúllan o ladran. Nada es cero,
ninguno se va de nada.
No se filtra el agua y la lluvia,
en las diferencias
entre el asno y el burro.
Alguien baila, canta y se organiza.
No crean en la soledad, edades
de oro, purgatorios y en el cielo
de enajenantes usinas. Ni chispa
a los fetichistas y a los del cliché
de los zapatos de Allende.
Se muere con lo suyo y los nuestros,
sin compasión y sin perdonar
silencios y negacionismos.
A VUELO DE PÁJARO IV
Si no estás en el poder,
debes o estás contra el poder.
No pida permiso, no quieres ir
a las casitas. Estás jugando
a la escuela, al negocio de barrio,
el almacén, a la escondida,
al muñequeo, a administrar
para el rey y reina de los juegos.
Ejerciendo al lado del negacionismo
chileno, los dos y todos se queman.
Tienes mucho el derecho a actuar
y en poesía lo mismo. Aventuran
y se los atribuyen desde sus colores.
Este otro, no es índice
de mantequilla y no se juguetea.
Los dos primeros versos
de este poema son el quiebre,
cierre, remate o final de la cháchara.
Si se apuesta; con esta derecha
empresarial, cívico y militar,
se jugará en tiempo suplementario,
hasta otros 100 nunca más.