La cumbia tiene en nuestro país una tradición gigantesca. Tiene tantos colores y sonidos como pueblos, cantantes o instrumentistas la hayan tocado. Es música popular donde se la vea y representa las ganas de traspasar el inmóvil telón de fondo de un país que sufre tremendamente, pero que baila.
El fenómeno de la mezcla, el llamado a contaminarse desde el goce, siempre ha parido grandes sonidos: las orquestas y los solistas se multiplican como las tomas en los cerros de Valparaíso.
Es generosa la lista de agrupaciones chilenas de cumbia. Hay hitos curiosos como el disco “Cumbias que son la muerte”, grabado por El Doctor Mortis y sus Zombies Cumbiancheros o “Gonzalo Martínez y sus congas pensantes”, del genial Jorge González.
En este escrito quiero centrar el foco en la obra musical de Julio Piña. Es cumbia canción, es rara avis y es un músico que dispara constantemente sentidos, conceptos y ese “algo más”, sin el cual nada tendría sentido en la música.
Hace algunos años cayó en mis orejas el disco “Baila que te vas a morir mañana”. El disco, en una mirada general, era el germen de lo que vendría. Me sorprendió encontrar un track con un poema de Jorge Teillier. Este track era el prólogo a una cumbia tocada a guitarra sola llamada “La despedida”. La letra sorprende pues desde la simpleza de la primera persona describe una situación tan humana y repetida como el quiebre sentimental de una pareja. Sin embargo, su foco y su desarrollo son tremendamente particulares en su universalidad. Discos después, la encontraremos vestida por otros instrumentos, pero tan íntima como en su primera versión. Será, en el disco, la compañera de otra gran canción: “Cumbia entre tus brazos”.
Sobre este navegar entre lo escrito por Julito Piña, como se lo conoce en la casa, vendrán algunas entregas iluminadas por el protagonista mismo de estos cortos artículos. Veremos si la conversa con el músico nos acompaña en estas preguntas, que no certezas, musicales.