EL ÚLTIMO LEÓN DE CIRCO
Sí, ese soy yo, meditó el felino, que ese día sería trasladado de la carpa al zoológico, por la prohibición de espectáculos circenses, con su especie, tigres, osos y elefantes.
No puedo afirmar tener la mente limpia y sin arrepentimientos; rugió.
– Tengo memoria, no me es posible olvidar esos perros de pueblos y gatos domésticos, impuestos a mi dieta, y el cuerpo descuartizado del domador.
Recuerdo y debo escribir. Es mi último número.
DE RETORNOS CON TIGRES
Sintió al ferrocarril Santiago Cartagena, pasar a más velocidad de lo habitual y en la curva de la Estación Melipilla, dejar caer la jaula de un tigre blanco y negro en la noche.
Estos felinos son de temer, suelen medir tres metros y sus colmillos 10 cm; le contó el padre emigrante a Yamir, que ese día se lanzó a indagar en la destruida caja metálica. Así, el joven hindú se cruzó con el felino que de un salto y zarpazo, le detuvo el corazón.
Los tigres no rugen, silban como los trenes; le comentaron una vez al infante, que no soportó distancias culturales.