Se puso en la fila algo avergonzado, nunca pensó que iba a estar en esta situación, el tiempo se encargó de ponerle en su sitio. Miró a un anciano que en su frente se dibujaban profundas arrugas, surcos impresionantes. Miles de dudas, múltiples asombros e infinitas curiosidades que quedaron grabadas en aquel muro sobre sus ojos, dejándola como un derruido papel que se tira con desdén a la basura. La fila avanzó lenta y en silencio, el tiempo ya no tenía importancia. Llegó a la ventanilla recibió el dinero y salió huyendo, era su primera pensión.