Sangre Gruesa
Hay días que no debieran haber sido paridos.
Hay días en que nuestro rostro
no debería abandonar el espejo.
Hay infelices que en esos días
meten sus manos negras a nuestro plato vacío.
Hay días que, en vez de esperar un saludo amable,
preferiríamos que un desgraciado nos gritara
nuestro epitafio a la cara.
Hay días en que Dios existe,
y otros, donde solo dicen haberlo visto.
Hay días en que el agua es puñal en nuestra garganta,
y bebemos Sangre Gruesa
y escupimos vidas viejas.
Hay días en que nos olvidamos de nosotros
y no somos capaces de ir en busca nuestra
antes de arrojarnos a las horas violentas.
Hay días para todo
pero estos días son infierno
o peor que eso,
una palabra mal intencionada,
un dolor de cabeza que no tiene término,
una resaca de ataúdes.
Por eso, este día,
te invito a que nos sentemos sobre tu sombra,
te ofrezco también la mía,
para ver cómo pasa la marcha fúnebre de los días
sin siquiera preguntarse
por qué puta
no volverán.
Encuentro divino en un bar de Yungay
Un día me encontré con un sabio en un bar
del viejo Barrio Yungay.
Era un hombre común,
aunque no sabría definir a uno.
Pero ahí estaba
inmerso en una cerveza que sudaba ideas.
Al principio no atiné a acercarme,
desde el primer momento supe que era un sabio.
Pensé que mi sombra le estorbaría,
que mi hálito de cadáver ebrio
provocaría su despedida del bar.
Un vaso más
y las dudas se perdieron
en los recodos de un puzle escatológico
llamado ebriedad.
Llegué a su presencia
y el hombre sabio me miró con sus ojos de puñales
No dejó que hablara
y me dijo:
“No vengas con huevadas, ya no me quedan respuestas”.
Me fui completamente humillado
y puteando a regañadientes
al viejo sabio del bar…
Desde ese día
dejé de rezarle
a Dios.
No identificado
Una publicidad del metro decía:
“Si ya no tienes donde descansar, llame ya”
En un comienzo pensé:
debe ser una empresa constructora
que tuvo la mala idea
de dejar su mensaje en manos de publicistas.
Después, ante el descalabro de la creatividad,
pensé que podía ser el Hogar de Cristo,
pero los vagabundos no andan en metro,
no los dejan entrar.
Quizá una señora viuda
que arrendaba una pieza de su caserón
en pleno barrio antiguo de Santiago,
pero ella no tendría el dinero para publicitar su pobreza
en tan estratégico lugar para el merchandeasing.
Y un político tampoco ofrecería su cama,
ni una AFP o una isapre sus dividendos para pasar la noche.
¿Y si fuera una puta con conciencia de clases?
Lo pensé un instante,
pero eso era demasiado irreal.
Al bajar del vagón
tomé una moneda de 5 pesos,
y marqué el número.
Llamé, pasaron tres tonos que me destaparon los sesos…
Del otro lado me contestó una voz amable:
“Buenas tardes, lo estábamos esperando,
en nombre de Funeraria Santo-Diablo
le informamos que su viaje parte a las 5 de la mañana.
Destino: Metro – a Parque del Desaparecido:
carro fúnebre a la puerta: Opala 1983, color plomo,
con vidrios polarizados
desde el metro estación Cal y Canto.
Itinerario: Avenida La Paz, floristas no incluidas,
llegada al Cementerio General,
sin lloronas, discursos ni molestos familiares,
ubicación: Patio 29, lote 3.
Pero por favor,
no se lo cuentes
a nadie.
3 minutos de fama
El aburrimiento asomó su cabeza partida
por la puerta semiabierta del primer bostezo.
Siempre se habla de lo mismo,
¿cómo estás, tienes trabajo?,
¿cuánto estás ganando?,
¿te separaste?, pucha qué mala.
No hallé nada mejor
que encender el televisor,
mientras los demás seguían
en una conversación que se diluyó en murmullo
para mis oídos.
Una lectora de noticias
narraba las no- noticias.
Su sonrisa estúpida de modelo
no desaparecía, era su sueldo.
La nota de prensa
hablaba de un nuevo femicidio.
Su notebook con logo comercial
logró acaparar más pantalla e interés que el magro episodio,
no faltó el que dijo:
“Ese es el que me voy a comprar”.
A pesar del barullo que provocó el aparato tecnológico
me fijé en el detalle del nombre que nadie recuerda.
Dalila, se llamaba la mujer…
los tres minutos de fama más caros de la historia,
le costó su vida.
Siempre soñó con ser rostro de la televisión.
Los osos polares y las cualidades del mercado
Mientras bebía una cerveza helada
con 32 grados a la sombra
y ante el aburrimiento total de estos días siniestros
de comienzo de verano,
tomé un diario amarillista y abrí sus páginas al azar.
Di con el siguiente titular
“Terrible: Osos Polares se Ponen Caníbales”.
El calentamiento global ha provocado
el derretimiento de los hielos,
las focas,- alimento natural de los osos polares-
ahora nadan en aguas más profundas,
los osos polares se ahogan en el intento de cazarlas.
La publicación informaba que antes,
los osos polares se mataban
para mantener soberanía sobre sus territorios
y controlar el crecimiento de la población,
lo cual lo asimilé
al origen de todas las guerras humanas.
Al seguir con la lectura
se advertía que ahora han encontrado 9 casos
de canibalismo entre estos animales,
siendo que antes, solo se producían 2 por año,
por lo que lo relacioné a que las guerras
y el maltrato al planeta
siempre trae bolsones de hambruna.
Actualmente son cazadores de terreno firme
y han tenido que caer en el parricidio
atacando a sus propias crías para poder subsistir…
más claro echarle agua:
El pez más grande siempre se come al más chico.
Tuve que mandarme un sorbo grande de cerveza
para absorber la situación,
Al parecer,
por lo que entendí de la nota informativa,
los osos polares han aprendido rápido
las cualidades del mercado.