Jaime Hales

Selección para Letra Rebelde,

revista de literatura

  

Rebeldía grafitera en la mañana

 

¡Lo hago mío, completamente mío!

Mío, después

de haber desafiado a la dictadura y pretender tener mis propias ideas,

de aceptar solo las luces rojas y verdes de los semáforos,

de luchar por el derecho de Palestina y sus habitantes a existir,

de resistir y rechazar tantas leyes absurdas e injustas,

de soñar con todo lo prohibido y de ser enemigo de los hippies,

de renunciar a entender a dios y esforzarme por amar a los enemigos,

de oponerme a tanta Constitución Política mediocre y represiva,

de creer en la democracia y en la participación,

después de eso y más (una lista interminable)

¡hago mío este grafiti!

Dejen de prohibir tanto

Ya no alcanzo a desobedecer todo.

 

 

¿Cómo huele el dolor?

 

Oh, Dios, como duele.

 

Los ojos de los niños

angustias repetidas y un cañón que construye muros.

 

La sangre y las madres muertas

los muchachos y las muchachas enturbiados

la sangre dominando el escenario.

 

Duele, Dios, esta Palestina,

duele tu tierra de sabios, la que evoca a los profetas

duele desde el corazón hasta la mente,

nos arranca a jirones la historia mal escrita

Y alzamos la voz, una rama de olivo, una paloma.

 

Miramos al cielo, tu cielo, mi Dios,

pedimos solo justicia y libertad,

solo respeto y agua,

¡no más dolor, mi Dios!

 

Las olivas ya no expelen su aroma, todo huele a dolor.

 

 

En los estrados

(Poema escrito en dictadura, del libro PARA TI COMPAÑERA)

 

Cuando me siento ante vosotros

con mis papeles

y mis libros azules,

 

cuando los miro escondidos

tras el estrado

y sus chalones grises,

 

cuando los veo

los siento los oigo

dormir ante la historia,

se me rebela el corazón

y las manos se agitan

buscando en las murallas

y en todos los relojes

y en las esquinas de las piezas

las palabras justas

los vocablos nuevos

el grito ardiente

la esperanza eterna,

se turba la mente

 

y con el temblor en la voz os digo, señorías,

te digo, compañera,

que tengo la esperanza encendida

como un carbón en mi pecho,

que quizás hoy, esta tarde

el voto se confunda se acoja un recurso

se escriba en el papel con tinta nueva,

 

tengo la esperanza encendida

como una espada en mi mano

que quizás hoy, esta mañana,

salga un rayo de sol

 

o se levanten los hombres para mirar el mañana,

¡su propio mañana!

 

tengo la esperanza encendida

como un amor fulgurante

como un carbón

como una espada

como una esperanza sencilla:

que quizás no pase nada

que quizás sólo me oigáis

que quizás no os durmáis

pero, que ha pasado otro día de invierno

un día menos que esperar

para que broten las flores.

Y para que haya otro como yo y como tú

que también tenga una esperanza encendida.

 

 

ESPACIOS

 

¿Cuál es el lugar

dónde anida tu pena?

 

¿Cuál es, amada mía, el espacio

dónde habremos de habitar?

 

¿Dónde está el territorio

de tu risa transeúnte?

 

¿En qué destino

pernoctará tu amor?

 

¿En qué espacio

amanecerá tu cuerpo

cuando yo despierte?

 

 

DÓNDE

 ¿Dónde, amada mía,

dónde se ha quedado el amor?

 

¿Dónde la alegría,

dónde la esperanza?

 

¿A qué lago llegará tu llanto?

 

¿Dónde, amada mía,

dónde quedará tu dolor?

 

 

NORTE DE CHILE

 

Tu presencia está en la sequedad de mi voz.

Tu sol tu mar tu cerro

la soledad eterna

 

tu silencio

un aliento perdido entre los fríos

una garza en los lagos de la altura.

 

Te pregunto por un amor perdido

por unas manos que ayer temprano

se ausentaron.

 

Tu respuesta está

en la sequedad de mi voz.

 

Y la soledad eterna de los ecos,

tornasoles en el fondo verde opaco

de un pimiento

un olivo

una veta mineral.

 

Te pregunto con tambores y trompetas

interrogo por mi amor a tus historias

(reviso atento las batallas

examino guerras

procesiones

campamentos).

 

Y el viento me trae tu respuesta,

que se instala en mi garganta

secando el canto que quedó en el aire.

 

 

CARTA AEREA II

 Los aviones no me producen miedo.

Sólo una cierta desconfianza.

Mientras el avión corre por la pista, invoco a Dios y a tus besos pendientes.

Por si acaso.

 

OPCIÓN

Compañera hermosa,

en el propio París

opto por ti.

 

 

SECRETO

 Mantengamos el secreto.

Deja que todos crean

que tú y yo somos normales, transitorios,

moribundos,

como las parejas tristes, como el calor del verano, llenos de costumbres y rutina. Mantengamos el secreto.

No le cuentes a nadie

que sale miel de la palmera, que en las noches cantamos con el sol.

No le digas a la gente

que corre sangre por tus venas que hay pelos en mi espalda

y que cuando te amo en puntas de pies sobre el Código Civil

tirita tu espalda.

Que nadie sepa que

las hiedras recitan poemas de Neruda, que las buganvilias cantan,

que seco tus lágrimas con hojas de sauce. No cuentes mi secreto a nadie.

Porque te amo como los vivos y no como la gente de la calle.

Sintiendo tus dedos en mis pies y tu palabra cantando la tragedia de amores inconclusos

en la inmensidad de la tierra.

No contemos a nadie que sabemos amar más allá del compromiso,

en medio de los autos y el cemento, jugando a ser juglares del ayer.

 

Déjalos que crean que es rutina y que nuestro trato

sea un secreto para dos.

 

 

Alivio

 Contigo siento alivio.

Porque puedo amar sin excusas, porque puedo reír sin decir por qué y puedo llorar sin esconderme.

Siento ese alivio profundo de no tener que cuidarte ni consolar tu llanto

ni hacer coro a tu alegría.

Siento alivio porque tienes vida, la tuya propia

y no me pides nada.

Siento alivio, profundo,

desde el vientre y el pulmón con un amor certero y

un beso en la cara.

Siento alivio

porque no te enseñé a caminar ni hablar ni reir

sino que llegaste por tus propios pies llevando tu carga,

tan tuya,

y no me pides nada.

Contigo siento alivio

pues ni siquiera esta noche debo decirte gracias.

 

 

La lágrima y la esperanza

 La garganta raspa como el fondo del Mar Muerto

no hay palabras posibles

papeles curvos tinta escurrida en el dolor

manos secas y miradas grises.

 

Han quemado las casas y alzado muros de rechazo,

Se hacen dueños del agua y de la vida.

Congoja en el pozo de Siquem, angustia en Caldea y Filistea

Los niños mueren a manos de guerreros

que nada aprendieron de su historia y repiten, repiten su crimen de antaño y su propio dolor.

Paso a paso, día y noche, lo mismo de hace siglos y de ayer.

 

Brotan agua y sangre de los ojos del maestro galileo.

Se alza su grito en arameo:

Llorad por vuestros hijos, mujeres, no por mí

los niños serán abono de olivos y de piedras

los que hablarán cuando mi voz se apague.

Aquí, aquí, aquí, donde fui crucificado

las balas cruzan por rostros y esperanzas.

Aquí, donde se instala la muerte para unos,

otros construyen lujos y palacios.

 

Sobre la alfombra desgarrada:

su sepulcro blanqueado, su mentira gobernante.

 

Desde el fondo del mar y de la tierra

una promesa nueva, el cielo que se abre:

¡Una patria para todos!

¡Mil idiomas, cien miradas, muchas religiones, mujeres y hombres

con los pies en el presente y la vista fija en el futuro!