Si cerramos los ojos e intentamos mirar nuestro interior, tal vez podamos llegar a un aproximativo, un momento determinado en la levedad de un corpúsculo, que planea en la luz del amanecer, en un sucucho, después de una noche atormentada de alcohol.

Quizás podamos entender que las pausadas nubes, una y otra vez, sin importar sus nombres, cruzan capitales y desiertos.

Que la velocidad de la luz es para la luz, que el ser humana(o) llega a un lugar cuando llega, ni antes ni después.

Que los cerrojos no son rojos, por más que atomicemos los colores en su genética celestial, jamás su origen será cambiado.

Que las gotas de agua no son uniformes de soldados que compiten por llegar a la mar.

Que sin hoguera igual hay fuego, que el hielo lo derretimos entre todas(os) y muy organizado ayuda el sol.

Que el alma carece de 1g, 2g, 3g, 4g, 5g, 6g…∞, como mucho, tras la óptica del arte pesa 21 gramos.

Que los árboles no los plantó el hombre, en el apuro de un Dios evangelizador.

Que las madres no lo lavan todo.

Que Nueva York sólo es una isla.

Que las pestañas pesan al caer.

Que la luna pierde a la tierra en su mirada, nosotros no  imaginamos cuánto dolor en ello existe.

Que las factorías no hacen pesca, sólo avanzan como si fueran tiempo devorándolo todo.

Que en los entre paréntesis no debe haber vacío y que las abreviaturas necesitan punto, para ser sostenidas en el pantano gramatical.

Que la belleza no es conspiración del sistema, y si bien existe, no nos pertenece.

Que la humanidad es más que cuerpos políticamente integrados.

Que los concursos literarios no son un detector de mentiras, para jurados intentando extraer la esencia de un poema, para luego hacer un gráfico con indicadores de calidad.

Que la humanidad es contradicción en sí misma, y bajo ninguna ciencia renaceremos.

Que en la conciencia del Capitalismo hay una mujer abrasada, desmembrada y servida a la potestad de los hombres.

Que los imposibles existen si  son liberados, en campos llanos de ausencia del terrorismo panfletario del Neoliberalismo.

Que la felicidad es el control de las ausencias.

Que es imposible meter tanto animal suelto en un arca hechiza sin GPS.

Que la revolución de los hippies la terminó haciendo WOM, sin mirar a ningún lado, nos gritó de frente: “viva la revolutión”.

Que la arte poética es el vector del sistema, y muy al bordear el absoluto, su cura.