¡De la que me salvé! Abordo el metro para ir rumbo a la cancha, sin percatarme que iban en el vagón como diez pacos juntos. Viendo que el tren no partía y sin que ellos lograran reaccionar, salgo y me escabullo al vagón aledaño, en la que un grupo de barristas azules cantaba los himnos de Los de Abajo. Ahí sí que me sentí seguro. Todavía nervioso, revisé mis pertenencias: los pacos no alcanzaron a robarme nada.