Alguna vez quise destruir el mundo hoy apenas puedo sobrevivir a él

 

Recorro sus calles, ciudades, cementerios,

las mismas luces descubren mi soledad

las consignas siguen socavando las murallas

repetidas mil veces al infinito

 

Hay un grito pegado en la pared

que recuerda la sed y el hambre de la carne

lacerante

panfletario

lo escucho todas las mañanas

antes de la misa

nadie más sabe su sentido

signos vitales, palpitaciones delirantes

la Biblia misma no habló de ello

hasta que la consumió el verbo del consumo

 

El mesías

desaloja a los mercaderes desde el templo

al atardecer

en su motocicleta verde oliva

las monedas perforan sus llagas azules

la cruz se asoma junto a su espada

Este no es el mundo

que dibujé para mi ocaso

Sin embargo, es su luz la que me nutre

su decadencia, sus mazmorras

toda su hez gloriosa me deprime inunda mi horizonte más lejano

y lo corrompe

 

La guerra no es más que un accidente

un capítulo insoslayable de la historia

arsis y tesis endemoniada en su devenir

síntesis definitiva y sepulcral

 

Alguna vez quise construirlo

nuevamente

mi rompecabezas no tiene ya desenlace posible

en esta nueva totalidad

 

Son archipiélagos abandonados

criptas profanadas, desbordantes

de cadáveres desconocidos

con deudos que imprimen su llanto

en las buhardillas

recluídos, insensibles

putas y santos los acompañan con guitarras

ángeles, demonios, traficantes

la misma muerte ha sido convocada

sólo Dios ha olvidado sus refugios

aunque los rezos suelen recitar su nombre

 

Alguna vez quise describir el mundo

mi carta de navegación ahora

no conduce a puerto

ni bastión alguno.

 

 

Rabia

 

Los acordes disparan

rabia contra la máquina

toda la ira de toda la gente

la cólera es lo único que se multiplica

más rápidamente que el ser humano

 

Mi angustia es la suma de todas las demás

siempre parece ser solitario el sufrimiento y la solución está en todas partes

una mano lava a la otra

y mil se levantan como un puño justiciero

 

Hay que quemar toda esta mierda

hay que quemarlo todo

nada de lo que se incinere guardará lágrimas no hay que dejar piedra sobre piedra

ellos nunca tuvieron piedad de ti

 

El albañil expiró sudando

sonreía cuando el andamio cercenó su cabeza

el minero nunca más pudo respirar

sus pulmones son ahora papeles blancos

 

 

miles de poetas agonizan hoy analfabetos millones de deportistas

que jamás conocerán la meta

 

Ellos nunca mostraron misericordia

no se merecen nada de ti

todos las piedras, todas las llamas

eso realmente merecen

toda la furia, todas las marchas

el embiste del guerrero enmascarado

miles de Zapata caminando al horizonte banderas negras y rojas

ni cadenas, ni denuncias, ni elecciones

sino toda la rabia

la mano que se desgarra

contra el péndulo que creyó

jamás volvería a su lugar

toda la rabia contra la máquina!

toda la rabia contra la máquina!!

toda la rabia contra la  máquina!!!

 

 

Fusiles y claveles

 

Fusiles y claveles

en los recuerdos de tu nombre regalos de un comandante

y el amor de tu pueblo más temprano que tarde llenaste el olvido

con tu memoria

que otros quisieran borrar cortando tu mano señera

inmortalizada en mil postales

 

Quisieron callarte entonces quisieran callarte hoy

a pesar de las sonrisas

y sus homenajes de salón

la verdadera fiesta está en las calles

incinerando el odio descargado

contra tu piel

y tu simiente

contra tus ideas y tus gestos

que cegaron con sangre y fuego creyendo que borraban

tu palabra y tu camino

esas anchas Alamedas

hoy llenas de baratijas y mentiras

 

 

Arde Santiago cada septiembre

después vienen los brindis,

las empanadas

la hipocresía de castas

que dividen a un pueblo enmudecido

 

Arde Santiago,

los discursos te mencionan

diciendo banalidades

mas tu mensaje es dignidad y lucha

mil veces podemos equivocarnos mil más podemos contradecirnos

pero mil y un veces morirás

defendiendo

tus creencias y anhelos

la esperanza de millones

marchando detrás de ti

 

Arde Santiago y llora

tu muerte y miles más Franciscos, Tamaras, Migueles, Marcelas…

 

Nace un mito

un ejemplo

de lucha y esperanza

amor sin claudicaciones

 

Fuiste Presidente y compañero, amigo, hermano, camarada,

servidor del Pueblo

no esclavo del Capital,

no un testaferro indolente

 

Gritamos con el alma

marchamos con más fuerza

cada 11 que distancia el dolor

pero a la vez lo multiplica:

 

¡¡COMPAÑERO SALVADOR ALLENDE, PRESENTE!!

 

 

 

Canción del mar

 

El mar se llevó amores deshojados cercenados a fuego y metralla

los arrulla entre salinas sábanas con mortaja de piel y de cadenas

volviendo más violáceo

su semblante

el coral, piadoso, oculta

el cigarrillo que sembró brazos y piernas

los alambres que ataron

sus manos y su boca

para jamás revelar

las atrocidades que hoy sabemos

 

Decían los viejos marinos:

«las sirenas no son más

que las almas de los náufragos»

ellas nadan libres para cantar sus penas

en cambio mi amor yace

encerrado en la azul mazmorra

abisal tormenta de la intolerancia

 

Los faros que rondan el puerto me cuentan salidas nocturnas de barcos furtivos

zarpando eslingados al tope

y recalando vacíos

sus capitanes jamás silbaron en la noche

Las mareas

devolvían el aullar de sus infamias

las gaviotas miraron esos ojos vidriosos

avergonzadas en las caletas vacías

el mar ahora me acuna

oscilante, aplaca mis tristezas sed de rocas y caracolas

estallando contra la tempestad

mascarones

que embisten el quebranto

como espadas

blandidas en la injusticia

 

La sal cobijó a mi amor

hoy mis lágrimas

son brotes del océano

las olas allegan recuerdos

de un pasado estibado a plomo

en el olvido

me dirijo hacia él noche tras noche,

insomne

impune

escucho sus letanías

evocando un pasado que no ha muerto

 

Me adentro en sus cristales

y su espuma

extiendo mis brazos,

mis velas, mis remos

sueño, grito, clamo, juramento

señalo con el dedo

justo al frente

me dirijo inexorable

pero jubiloso

iracundo, justiciero

al encuentro del amor y de la calma

siembro flores en ultramar

le dedico una canción a los desaparecidos

borroneando cartas de adiós

y de vendetta…